martes, 15 de mayo de 2007

SE TERMINARON LAS FUNCIONES

Terminaron las funciones, estuvieron llenas, en general la crítica nos trató bien, el publico mayoritariamente lo disfrutó y nosotros también, creo que todos sacamos saldos positivos de todo esto. Dicen que volvemos en diciembre, etc.

Ese “etc.” es el que me intriga. Más allá del retorno. Hace algún tiempo conocí a un artista visual que había trabajado en una obra de teatro. Se quejaba de toda “la onda hippie”, de los “ridículos” rituales antes y después de las funciones. Lo que más le molestaba era que le exigieran un compromiso emocional con la obra, ante lo cual argumentaba que tenía que hacer su trabajo y punto.

Después de trabajar con Niños Prodigio (en esta versión humana), me doy cuenta de lo cínico e irresponsable de sus dichos y de sus argumentos. No me imagino trabajando en teatro “sólo por el trabajo”, no por que crea que el dinero, los resultados y los etcéteras más concretos no importen, sino por que no se pueden separar de las personas, los cuerpos y las transpiraciones.

Recuerdo un texto que escribió Tom Waits para su disco The Black Rider, donde decía que Robert Wilson lo había invitado a participar en la obra del mismo nombre. Él dudaba por que no sabía si podrían congeniar y por que no sabía si le gustaba la idea de viajar tanto tiempo a Hamburgo. Sus dudas se disiparon cuando le dijeron que trabajaría con William Burroghs. Es uno de sus mejores discos.

¿Hacia donde va esto? No lo se. El punto es que ahora lo entiendo, no se bien qué, pero ahora lo entiendo. Si hay una razón para ensayar tanto y juntarse tanto y trabajar tanto es por que todo eso vale la pena. Ahora entiendo por qué el teatro es grupal, que acontece y cambia, que una obra es inmaterial de principio a fin. Parece estar en el espacio entre las personas.

Espero que nos veamos luego.

J.C.